miércoles, 27 de septiembre de 2017

Frontera

Un pensamiento para estos días que corren. Detesto profundamente los ismos y las parcelitas. Los Neardenthales mojones que dividen. Las voces sensibleras que empiezan diciendo: «no hay morcillas más ricas que las de mi pueblo», y acaban condenando o  eliminando la diferencia. Los diminutos sátrapas que sacan buen partido de esas voces y las orquestan. En la poesía, en el arte y hasta en la vida, no hay nada más limpio que vivir en la frontera. O como Cavafis: ser de Alejandría, que es como no ser de ningún sitio. ¡Qué liberación!